lunes, 25 de abril de 2011

Arcachon-La Rochelle-Royan


Semana Santa 2011 – 20/04/2011-25/04/2011

Por fin han llegado las tan ansiadas vacaciones de Semana Santa 2011, no sólo por desconectar de la rutina diaria sino por volver a montarnos en la Trotera y hacer kilómetros, conocer nuevos lugares con encanto y pernoctar sobre la marcha donde el camino nos va llevando.
Partimos de Azkoitia dirección a nuestro primer destino Arcachón a las 17:30 de la tarde, según via michelín tardaríamos 3 horas aproximadamente pero luego siempre se alarga. El viaje lo realizamos bastante bien, había bastante tráfico sobre todo una vez cruzada la frontera. Comenzamos a ver hileras interminables de camiones, más allá de las Landas, nunca antes habíamos visto tanto camión junto. Teníamos previsto pernoctar en el área de servicio para autocaravanas que se encuentra en el puerto deportivo, pero al llegar allí, de noche no dimos con él, y vimos carteles de prohíbido pernoctar autocaravanas, así que en un hotelito paramos y preguntamos en recepción si había por allí algún área de autocaravanas. Nos comentó que había una en la calle xxx detrás del campo de futbol pero de camino encontramos un cartel con la señal de camping y no quisimos molestarnos más. Al llegar nos percatamos que estaba cerrado así que junto a otras autos y furgonetas decididmos aparcar en el parking y hacer noche allí mismo.
Por la mañana ya de día, desayunamos en la furgo y nos dirigimos al puerto deportivo y visitamos la bahía de Arcachón, situada en la región de Aquitania, impresionante, una playa kilométrica. La bahía se encuentra parcialmente aislada del océano Atlántico por el cabo Ferret, la Duna de Pilat y el banco de Arguin haciendo que en su interior se lleve a cabo una de las actividades por las que es mundialemte conicida esta zona, el cultivo de la ostra. Queda para una escapada futura, visitar el parque acuático de Arcachon. Nos adentramos en el pueblo callejeando e hicimos algunas compras en un super. De vuelta a la furgo, paramos a tomar un café en una terracita, al sol, se estaba de vício. Pedimos dos grand café olé que nos clavaron 5€. A lo largo de este viaje hemos aprendido que en Francia hay que pedir un petit café a la cream, que es como aquí llamamos un cortado, el café con leche te daban unas clavadas escandalosas. 
 Tras esta pequeña parada pusimos rumbo La Rochelle, según GPS 251Km; 2h630m, con intención de parar en el camino para comer el riquísimo pollo que había preparado Manu. Hicimos la parada en Aire de Saugon, esta área de servicio, con estación para autocaravanas tiene una de zona picnic, donde nos hicimos con una mesa y bajo el calorcito del sol tomamos fuerzas para continuar el trayecto. El área tenía servicios, duchas y tienda. Muy recomendable.

Al llegar a La Rochelle, mientras buscábamos un parking para autocaravanas dimos con los parking P+R, estos parking disponen de zona de autocaravanas, se llaman así porque a parte de ser parkings son zonas de descanso. Disponen de servicio de autobuses gratuito cada diez minutos que te llevan al centro. La zona era muy tranquila donde los niños pudieron jugar al balón, había bastantes autos aparcadas. Servicio gratuito de toma de agua y vaciado. Una vez dispuesta la furgo para pernoctar tomamos un autobus y nos fuimos al centro. La Rochelle es una tranquila ciudad situada en la costa oeste de Francia, al norte de la Gironde,  un pueblo muy turístico, con un puerto muy importante que es donde se mueve todo la actividad. Paseamos por el puerto, viendo las 2 torres de acceso, torre de la cadena que era la entrada al puerto pesquero. Estaba lleno de chiringuitos tanto para comer como de venta de recordatorios. Compramos el escudo de tela que coresponde y los niños han comenzado a coleccionar las bolas de nieve de los lugares de visitamos. Vimos que desde el puerto había diferentes excursiones en barco y decidimos que el día siguiente nos acercaríamos a realizar una excursión en barco al fuerte Boyard y a la isla de Aix. Teniendo más tiempo estaría muy bien ir a pasar el día entero a una de estas islas, isla de Re, isla de Olerón que solamente era accesible los meses de Julio y Agosto y la isla de Aux. 
 







 





La Rochelle es una ciudad para pasearla, sin ninguna duda, y disfrutar de sus muchas callejuelas y soportales repletos de tiendas, de souvenirs y pastelerías que desprenden su olor y te invitan a consumir.
Tomamos el último autobús de vuelta que era a las 20:00 de la tarde, sacamos las sillas y comimos unas riquisimas fresas con yogurs mientras el sol se iba poniendo. Cuando ya comenzó a refrescar y a oscurecer les dimos de cenar a los niños y nos metimos en la furgo. Mientras nosotros veíamos una peli, los peques aprovecharon para hacer las lanas.
Pasamos una noche muy tranquila y por la mañana tras el desayuno tomamos el bus y a las 10:30 embarcamos para visitar el fuerte Boyard. Disfrutamos muchísmo de este paseo de 2horas en barco, tanto nosotros como los niños, para ellos fue una experiencia nueva. Nos hicimos fotos, tomamos un tentenpie y por suerte ninguno de nosotros se mareó. La ida la hicimos en la proa del barco y para la vuelta subimos al segundo piso del barco para tener una perspectiva diferente del paisaje. Nos topamos con una pareja de vascos que iba con un perro y llevaban algunos días sin ducharse, haciendo gala del espíritu aventurero y nómada.
Hacía un día precioso, soleado y decidimos comer en el pueblo, nos sentamos en una terraza al sol y pedimos unos bocatas con coca-cola, postre y café y por la tarde nos dirigimos a la zona de P+R. Recogimos todo y continuámos con nuestro viaje. Nos apetecía pasar la tarde tranquilamente al sol, ducharnos y descansar así que buscamos un camping en los alrededores. 
Dimos con el camping municipal que se encontraba bastante a las afueras de La Rochelle, al llegar allí cual fue nuestra sorpresa que hasta las 17:00 de la tarde no habrían la barrera para poder entrar, aparcamos la furgo y dimos una vuelta por los alrededores. El camping era desolador, solitario y bastante mal cuidado. Me entró un bajón de solo pensar que nos íbamos a quedar allí que cuando Manu propuso continuar el camino hasta encontrar un camping mejor no puse ninguna objección. Continuamos hasta llegar a Marenns, un pueblecito que pintaba bastante bien, donde a los lados de la calle principal había banderolas anunciando las actividades que podías realizar como cannoing, paseos en barca, bici... Encontramos un camping municipal, preguntamos si podíamos pernoctar y decidimos quedarnos allí mismo. Nada que ver con el de La Rocheller, precioso, tranquilo, con parcelas muy majas, un velódromo, parque infantil, campo de futbol... una noche con electricidad sólo nos costó 18€, con un Super U a 300m.
Nos establecimos y mientras Aimar jugaba al futbol, Manex seguía echándose la siestas, así que aprovechando aquella tranquilidad nos tomamos un café al solecito. Tras tomarnos un descanso nos acercamos al Super U a hacer unas compras para cenar.
Decidimos cenar primero y ducharnos después. Hicimos unos lomos y unas salchicas y de postre degustamos los diferentes quesos franceses que compramos, todo ello acompañado de un vino tinto francés, que no sé si era bueno o malo pero me pareció exquisito. La noché comenzó a echarse encima así que recogimos y nos dimos una ducha calentita que nos dejó como nuevos. Eso sí estábamos al lado de un ríachuelo y los mosquitos parecían mariposas de lo enormes que eran. A lo largo de la tarde fueron llegando un par de autos y una pareja que estaba haciendo una ruta en bici, que llegaron montaron su camping, se ducharon, cenaron y para cuando nos levantamos ya se habían ido. Es algo que siempre he querido hacer y aún no descarto que algún año pueda permitirme ese tipo de vacaciones, con una bici a cuestas y buena compañía.
Dormimos estupendamente y nos levantamos por la mañana regenerados. Desayunamos café con croissants que habíamos comprado en el super U y levantamos el campamento para poner rumbo a Saintes donde pensábamos visitar el anfiteatro Romano y buscar un lugar para pasar la tarde y pernoctar. Nuestra sorpresa fue que al llegar a Saintes nos encontramos con un pueblo con mucha vida, había muchísima gente en la calle, llena de tiendecitas y bares. Visitamos el anfiteatro, que estaba muy bien conservado. Construido ente los años 40 y 50 d.C. bajo el reinado del emperador Claudio, este anfiteatro es el mejor conservado de todos los edificados en la Galia romana, y se cree que podía dar asiento a más de 15,000 personas. Cierto es que nos trasladó a la época romana imaginándo a las bestias y gladiadores luchando en la arena. Debió de ser testigo de infinitas luchas entre gladiadores y bestias, destinadas a entretener a la población de aquella época.
 Localizamos un camping, pero aun anunciando en la entrada que estaba abierto, la puerta estaba cerrada y no había nadie que nos atendiera. Llegó otra auto en el inte que nosotros decidíamos qué hacer, mientras ellos se quedaban en el parking nosotros decidimos continuar hasta dar con otro lugar más acogedor y pusimos rumbo a la costa pensando que habría más posibilidad de que los campings estuvieran abiertos.
A esto llegamos a Royán, un pueblecito costero con una impresionante playa. Probamos en varios campings pero nos encontramos que también estaban cerrados a esa hora hasta que justo a la entrada del pueblo encontramos un camping pequeño, familiar y acogedor. Tenía 100 plazas y estaba a 15minutos andando del centro. Para los niños disponía de campo de futbol, juegos de mesa, y hasta bicis, el dueño les proporcionó una bici para que pudieran andar por el camping.
Nos gustó mucho el lugar, también estaba muy tranquilito y aprovechamos de una tarde relajante, sólo interumpido por las peleas y gritos de nuestros peques, que habían ido a jugar al campo de futbol y ya estaban liados. Entre todos pusimos la mesa para hacer una merienda cena y nos deleitamos con el sonido de los pajaritos hasta que anocheció. Antes de acostarnos, los niños hicieron sus lanas mientras Manu y yo nos tumbábamos un ratito viendo un poco la tele. Por la noche llovió bastante pero amaneció nublado pero seco. Parecía que el día iba a levantar así que nos dimos una ducha, pagamos el camping 29€ y fuimos a visitar el pueblo. Nos dimos un buen paseo primero hasta llegar a la playa y luego nos recorrimos toda la orilla acabando al final de ella donde los niños jugaron un rato haciendo castillos de arema mientras Manu se recorría las tiendecitas de souveniers en busca de los escudos de tela y yo disfrutaba de los maravillosos rayos de sol. La zona estaba muy bien, tenía un gran parque con todo tipo de actividades, y el paseo estaba preparado con un bide gorri para poder recorrerla en bici.
Decidimos aprovechar que hacía muy bueno y parar a comer en algún restaurante de la playa, cuando por fín dimos con el lugar que nos pareció mejor, nos percatamos que el lugar estaba preparado para turismo del interior, las cartas, camareras todo estaba en Francés, no entendiamos muy bien qué podíamos comer y así salio la comida, bastante fiasco. La elección que hicimos Manu y yo fue pésima, menos mal que el postre estuvo riquísimo. El menu infantil estaba muy bien y completo, por lo menos los niños comieron estupendamente. 

Otra salida con la que hemos podido cargar pilas y nos dejo buen sabor de boca y preciosas imágenes que han deleitado nuestras retinas.