Azkoitia-Frias-Ojo
de Guareña Burgos
En
Tobera se puede hacer un corto paseo por el borde del rio de unos
800metros acondicionado con puentes, pasarelas y miradores que nos
permiten disfrutar de la continua sucesión de esbeltos saltos de
agua que forma el rio Molinar. En nuestro caso dejamos este paseo
para otra ocasión ya que estába lloviendo.
Antes
de nada buscamos la oficina de turismo que se encontraba a la entrada
del castillo y la chica que nos atendió, dedujimos que era francesa
por su acento, nos infomó de lo que podíamos ver en aquel valle. La
chica fue muy amable y muy simpática con los niños, tenía un don
de gentes exquisito. Nos explicó que nos encontrábamos en la ciudad
más pequeña del mundo, con 250 habitantes.
Manex
vio en la maqueta que se encuentra en la entrada que en el patio
central había una catapulta y no se cansó de preguntar a la guía y
a nosotros que dónde se encontraba aquella catapulta ya que en el
castillo que estábamos visitando no había nada en su lugar...
El
castillo, de caracter defensivo, uno de los mejores ejemplos de la
arquietectura medieval militar española, se encuentra en muy buenas
condiciones, ya fue restaurado. Nos paseamos por su interior
dejándonos llevar por la vida en ella en la época de cuando el
castillo era habitado, se podían apreciar las diferentes estancias
de la época, imaginándonos la vida allí, y lanzando aceite
hirviendo desde sus diferentes saeteras a los enemigos que querían
tomar el castillo, etc... Subimos a la torre del homenaje, que está
excabado en la roca.
Cuando
salimos del castillo nos dirigimos a visitar la iglesia parroquial
San Vicente y sus alrededores, la iglesia estaba cerrada así que no
pudimos acceder al interior. Ahora las visitas llevan un poco más de
tiempo ya que tenemos dos fotógrafos en la familia, Aimar hace sus
pinitos con su cámara llevandosela consigo allá donde va y
haciéndonos posar para él.
Siguiendo
con la visita bajamos las callejuelas medievales hasta dar con las
casas colgantes, las cuales las construyen aprovechando la roca como
sólido cimiento para levantar casas adosadas entre sí, desafiando
las leyes de la gravedad.
Comemos
unos bocatas de tortilla de patatas con un pan casero comprado en el
pueblo, acompañado de queso y embutido.Tras
tomar el café, descansar y lanzar unas piedras en el río damos un
paseito hasta el parque, cruzando sobre el puente medieval de nueve
ojos, con una torre que según nos explicaron era para controlar
el paso del rio Ebro, nexo de unión entre las
tierras cántabras y vascas con las castellanas de Burgos.
Mientras
los niños juegan en el parque, planificamos el itinerario
para la tarde. En principio habíamos pensado acercarnos otra vez a
Tobera para hacer el paseo de los saltos de agua pero decidimos que
es poca cosa para toda la tarde así que nos pusimos rumbo a Oña y
Poza de la Sal, dos localidades de este valle que nos recomendaron
visitar.
Hay
varias rutas planificadas para los amantes del trekking, nosotros por
falta de tiempo no las hacemos pero está todo muy bien señalizado.
Lo
comentamos y hacemos planes para poder venir a visitar toda la zona
más detenidamente y la próxima vez tomar un destino cada vez y
aprovechar las diferentes opciones que nos proporciona la zona para
hacer este tipo de actividades.

A
las 19:00 de la tarde, ya oscuereciendo subimos otra vez al pueblo a
tomar algo calentito en un bar, nos dimos cuenta que la gente salía
de noche ya que el número de gente aumentó considerablemente
respecto a la que se encontraba por la mañana.
Mientras
los niños y yo nos acercábamos a por agua ahora subiendo las
callejuelas para arriba, Manu se quedó en la furgo para aparcarla
en posición de pernocata y preparar la cena. La
noche, tal como nos habían comentado fue muy tranquila, nadie nos
molestó y no ruidos que nos molestaran.
Decidimos
madrugar para poder desayunar y recoger tempranito y dirigirnos rumbo
a Ojo Guareña, a unos 80km de donde nos encontrábamos, ya de camino
a casa.
En
lugar de volver por donde fuimos, nos parecio mejor opción volver
por Bilbao, y así visitar de paso la cueva y ermita de San Bernabé. Es
uno de los mayores complejos kársticos de Europa, con más de 100km
de galerías subterráneas. Como nos explicaría luego el guía la
parte de cueva que visitamos sólo son 400m, el resto está cerrado
al público. Las
entradas para la visita nos las dieron para las 13:30 así que en
vista de que teníamos cerca de hora y media decidimos volver a la
furgo y comer en las mesas del merendero del lugar.
El
menú era un pollo al escabeche que la calentamos y nos lo comimos
entre pan y pan. No sé si era por hambre pero nos lo comimos con
muchas ganas, estaba riquísimo.
Otra
peculiaridad del lugar era el water público que se encontraba en el
merendero, funcionaba sin agua y sin productos químicos, debajo
tenía una especie de cadena por la que dirigía los depósitos a
una especie de fosa que se encontraba en la parte inferior del
habitáculo.
Volviendo a casa avistamos diversos lugares para salidas de fin de semana. Lugares con encanto que nos llamaban a parar y desear tener más tiempo para callejear por dichas poblaciones e inmensos paisajes carsticos.